Historia verídica

viernes, 18 de enero de 2008

Cuando vivíamos en Mexicali, el calor extremo de la ciudad hacía (quizás) que nuestra familia fuera muy armónica. Mientras vivimos allí, nunca nos sentimos enfermos, mi mamá daba clases de aeróbics en la sala de nuestra casa y yo asistía a la primaria en las mañanas junto con mi hermano menor. Una de las asistentes a la clase de aeróbics, vecina y amiga de mi mamá, nos contó que su papá, cuando ya sentía que la muerte estaba cerca para visitarlo, comunicó su idea a todos los hijos que tenía acerca de su deseo de repartir la fortuna que le quedaba entre todos ellos, y los citó para el caso un día, en su casa de Mexicali. Algunos de los hijos ya vivían en Sinaloa o en Hermosillo, por lo que dejaron el tiempo pasar y no fueron a verlo hasta un mes después, cuando el viejo les habló por teléfono para decirles que se había sacado el premio mayor de la lotería del 20 de noviembre. Entonces todos los hijos se reunieron con él, y para Navidad, la familia entera se juntó otra vez, y se llevaron una doble sorpresa en la madrugada, el anciano había vuelto a ganar el sorteo gordo del 25 de diciembre.
Es aquí cuando veo como suerte también, pero al revés, la ocasión lejana cuando mi hermano y yo nos sacamos un Volks Wagen en una bolsa de Sabritas. Creo que de Doritos. En ese entonces, él y yo nos levantábamos temprano los domingos y agarrábamos hasta tarde el final del programa de Chabelo, donde sorteaban un Sedan, religiosamente cada domingo de esa "temporada". Entonces mi hermano y yo vimos nuestra calcomanía dentro de la bolsa y mi mamá, relativamente cerca de nosotros, nos oyó gritar y brincar. Se acercó y le explicamos que habíamos ganado un carro, que ella tendría que ir al programa de Chabelo a recogerlo. Entonces La Mamá fue a la tienda de abarrotes y preguntó a La Muchacha que Atendía si aquel papel con premio era válido. Ella contestó que sí, pero de todos modos mi mamá creyó que aquello era una patraña de tantas y tiró el papel. Un día después, mi hermano y yo le pedimos que nos lo enseñara, "para verlo", y ella contestó que lo había tirado. Lloramos, no sé bien por qué, si aún no teníamos edad para conducir, ni de cerca. Buscamos el vale en todas las bolsas de basura (sin éxito) y nos enojamos un rato con la que nos parió. Después dejamos de comprar papitas o cualquier paquete donde se anunciaran sorteos o premios al instante. Hace poco fui a jugar un tris, y no gané premio. Mi abuelo paterno anotaba sus predicciones del tris en un cuaderno, y en otro anotaba las cantidades de gasolina que gastaba su carro por kilómetro y así, según él, ahorraba más pesos. Tengo entendido que aunque estuvo haciendo sus predicciones del Tris por mucho tiempo, nunca sacó una buena cantidad de dinero. También tenía anotados los marcadores de los partidos de las Chivas. ¿Qué habrá sido de esos cuadernos? Si yo los tuviera en mis manos, ¿podría usarlos para ganar un premio en moneda nacional o me sentiría conmovida por las cifras escritas en leta de molde? Como sea, y aunque tenga algo que ver o no, todavía me gusta cuando dicen "ay sí tú, no tuvieras tanta suerte".

2 comentarios:

diamandina dijo...

No ma, esto sí no está de eso qué. Qué impresión y qué drama, es como para que lo mandes a Lo que callamos las mujeres. Yo una vez me saqué 100,000 pesos (o sea, de los de antes) en la cocacola, y no obstante que ni siquiera era un dineral, mis papás se lo gastaron. Ach.

Sólo Soy Un Ojo dijo...

Wuaghhh!! ¿Cómo se atrevió a tirar el ticket ganador de Sabritas?

Yo lo único que he ganado en Sabritas ha sido un paquete de churrumaiz.

 
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